Lobo etíope


  • Filo: Chordata
  • Clase: Mammalia

Antiguamente conocido como «lobo Simien», las tres poblaciones que quedan de esta especie (en las tierras altas de Etiopía –de donde es endémico- por encima de los 3.000 metros de altitud) se encuentran en peligro a causa de la pérdida de hábitat, la competencia, la hibridación, las enfermedades procedentes de perros domésticos y asilvestrados, así como por el excesivo apacentamiento, que ha reducido sus presas: liebres, roedores y ratas topo gigantes (Tachyoryctes macrocephalus), que constituyen cerca del 40% de su dieta.
 

El lobo etíope es una de las especies de cánidos más raras y amenazadas del planeta, pues su población total apenas alcanza los 550 individuos. En sus áreas de distribución se reúnen en dos grupos mayores, separados por el Gran Valle del Rift, constituyendo dos subespecies independientes: C. s. simensis al noroeste, y C. s. citernii al sureste de este valle. Localmente es conocido como ky kebero, que significa «chacal rojo».
Aunque pueden utilizar todos los hábitats, el hábitat característico de esta especie es el prado de tipo afroalpino. Sin duda prefieren los espacios abiertos con poca vegetación y también praderas donde los roedores son más abundantes, en zonas más o menos planas o de pendientes suaves con suelos profundos y poca agua. Son zonas con un periodo de sequía que va de diciembre a febrero/marzo.
Esta especie de lobo alcanza una longitud de 1 metro, con un peso que oscila entre los 15 y los 18 kg. La longitud de la cola es de 33 cm.
Por su aspecto recuerda más a un perro doméstico primitivo, como el dingo, que al típico lobo de Eurasia. El cuerpo es grácil, dotado orejas y patas largas. El pelaje es rojizo-anaranjado en casi todo el cuerpo, tornándose blanco en el interior de las orejas, en torno a los ojos, boca, garganta, vientre, pies, cara interna de las patas y de la cola. Ésta última es poco larga y poblada, de color negro desde la mitad a la punta, y blanco y rojo en el resto. Lucen una característica mancha blanca en forma de media luna bajo los ojos, y una mancha blanca en las mejillas. A medida que van alcanzando más edad, el color del pelaje se va oscureciendo. Las hembras suelen ser de color más pálido que los machos, y más pequeñas en general. El morro es más puntiagudo y alargado que en otras especies. La mandíbula y la dentadura de esta especie están adaptadas para la caza de roedores, no depreda sobre presas de gran tamaño.
Complementan su dieta con liebres y carroña, aunque en muy raras ocasiones algunos individuos cooperan para dar muerte a antílopes y pequeñas cabras y ovejas domésticas. Salvando estas circunstancias excepcionales, los lobos etíopes pasan el día acechando roedores o destruyendo sus madrigueras para capturarlos, siempre en solitario. En las zonas donde sufren la persecución humana, estos animales abandonan sus hábitos diurnos. Grupos de hasta 12 lobos se congregan bulliciosamente por la mañana, al mediodía y al atardecer; la mayor parte de la caza se realiza al amanecer y al ocaso.
Viven en pequeños grupos, de marcada estructura jerárquica, que se componen de dos o más hembras y unos cinco machos emparentados. Marcan su territorio (5-15 km²) con orina y heces y lo defienden de los intrusos.
Los lobos etíopes son menos agresivos que los demás lobos, y menos territoriales. Estos animales tratan de llevarse bien con otras manadas de lobos que se superponen en sus territorios. Sin embargo, dependen socialmente de los grupos a los que pertenecen, y parecen prosperar en sus manadas.
Existe una pareja dominante que se reproduce cada año y a la que los individuos subordinados ayudan en la cría de su prole. En raras ocasiones, las hembras subordinadas también se reproducen.
Se estima que más de la mitad del éxito de apareamiento de los lobos machos se produce fuera de la manada. Esto es muy diferente en otras especies. Las hembras de lobos etíopes dan a luz hasta seis cachorros a la vez, los machos nacidos en una manada permanecerán en la misma durante el resto de su vida. Las hembras abandonan el grupo cuando tienen dos años aproximadamente, para poder encontrar a un compañero con el que aparearse, éstas, generalmente, son aceptadas en otras manadas. En esta especie se aparea una hembra con un solo macho, al igual que un macho con una sola hembra. Tanto los padres como los adultos jóvenes «ayudantes» protegen y regurgitan la comida para los cachorros.
En el periodo antes de la cópula, las hembras dominantes producen un olor más fuerte, juegan con el macho, y se vuelven agresivas con el resto de las hembras. Los apareamientos se producen una vez al año entre octubre y enero.
La hembra dará a luz en una madriguera que excavará bajo una roca o grieta rocosa. Las crías nacen tras un periodo de gestación de entre 60 y 62 días con los ojos cerrados y sin dientes, por lo que son totalmente indefensos en sus primeros días. Son de color gris negruzco para confundirse con el medio. A las 3 semanas aproximadamente empezarán a cambiar el pelaje por otro con el color del adulto, y empezarán a salir de la madriguera. El desarrollo de los jóvenes es como sigue:
-Etapa 1: desde la 1ª a la 4ª semana los cachorros son totalmente dependientes de la madre.
-Etapa 2: de la semana 5 a 10 completan la dieta de la leche de la madre con alimentos sólidos que regurgitan miembros de la manada. Esta etapa finaliza con el destete de los cachorros. Los cachorros desde pequeños juegan emulando peleas, y así aprenden y comienzan poco a poco a vislumbrar quienes serán los lobos más fuertes.
-Etapa 3: hasta los 6 meses los lobos se alimentan de alimentos sólidos que cazan los adultos. Puede darse el caso de que los alimenten hasta el año de edad.
Alcanzan la apariencia del lobo adulto a los dos años, cuando ya son sexualmente maduros. Se piensa que viven aproximadamente entre 8 y 9 años de media (hasta 12) en libertad.
Emiten diferentes sonidos según lo que quieran comunicar. Sus aullidos pueden escucharse a una distancia de hasta 5 km.
El lobo abisinio se separó en tiempos recientes del lobo de Eurasia y Norteamérica (Canis lupus), su pariente más cercano, después de que sus ancestros llegaran a Abisinia procedentes de Arabia. La presencia de perros cazadores como los licaones o lobos pintados, impidió que los nuevos inmigrantes colonizasen las vastas sabanas africanas, forzando al lobo etíope a convertirse en un depredador de montaña especializado en la caza de roedores.
Considerado en peligro de extinción por la IUCN, es perseguido por los ganaderos que lo consideran un peligro para sus rebaños. A pesar de que están protegidos por la ley, en Etiopía es muy difícil hacer que se cumplan las mismas. Muchas personas poseen armas de fuego, es por eso que la matanza de lobos etíopes se ha convertido en algo común, ya que la mayoría de los aldeanos toman las armas para matarlos y así poder alimentar a sus familias, todo ello debido a la pobreza extrema existente en este país.

 

En 1990 hubo un grave brote de rabia entre los lobos etíopes que vivían a lo largo de la Montaña de Bale, en el Parque Nacional. Las personas estaban asustadas y se cree que murieron cerca de 400 ejemplares a causa de la rabia, y otros tantos fueron sacrificados. La Fundación Born Free intervino para ayudar, y vacunó contra esta enfermedad a los demás lobos no infectados, a fin de erradicar el problema. El zoólogo Claudio Sillero Zubiri, de la Universidad de Oxford, trabaja activamente en una vacuna oral que proteja a los lobos etíopes de esta enfermedad que les transmiten sus parientes domésticos.