- Filo: Chordata
- Clase: Mammalia
El león: el rey de los animales. No tan sólo porque sea un animal grande y bello, sociable, ruidoso y vistoso, sino porque durante mucho tiempo ha sido nuestro terrorífico vecino, distante y poderoso. En tiempos históricos había leones en toda África, y a través de Oriente Próximo llegaban hasta la India, ocupando todos los hábitats salvo las selvas más densas y los desiertos más áridos. Los seres humanos han vivido en el terror hacia estos grandes depredadores durante miles de años. El león ha quedado inmortalizado durante siglos en la leyenda, la estatuaria y la heráldica. Han sido animales domésticos de los poderosos, a veces venerados y otras tratados con crueldad. Se dice que Julio César mató más de 400 leones para celebrar la inauguración de su foro. La máxima atención siempre se ha centrado en el león macho. Él ha sido vigilante de bibliotecas, puentes y castillos a lo largo de la historia. Con la cabeza enmarcada por una abundante melena, de pie, sentado o tendido, la presencia del león transmite fuerza y poder.
Los adultos presentan un pelaje sin manchas, de un color que va del marrón claro al ocre oscuro. Los cachorros presentan manchas que pueden persistir en las extremidades y el vientre hasta que están totalmente crecidos. Los machos ostentan una melena de color marrón, que tiende a hacerse mayor y más oscura a medida que el animal crece. La cola termina en un mechón de pelo negro. En Transvaal, al sur de África, se observan ocasionalmente leones «blancos», pero no se trata de albinos verdaderos.
La característica melena que adorna la cabeza del león macho, puede representar un distintivo que anuncia su estado sexual y su condición de adulto ante las hembras y los demás machos. Puede ser útil también para proteger la cabeza y el cuello durante los feroces combates contra otros machos.
Los machos alcanzan los 123 cm. de altura en la cruz, y una longitud de la cabeza y el cuerpo de entre 170 y 250 cm, con una cola de entre 90 y 105 cm. Su peso oscila entre los 150 y los 250 kg. Las hembras son más pequeñas; su altura en la cruz suele ser de 107 cm, la longitud de la cabeza y el cuerpo de entre 140 y 175 cm, y la de la cola de entre 70 y 100 cm. Su peso se encuentra entre 120 y 182 kg.
Se les encuentra generalmente en hábitats abiertos; llanuras de hierba, sabanas, bosques ralos y zonas semidesérticas. Se distribuyen por África, desde el sur del Sáhara hasta Bostwana. En el bosque de Gir, en India occidental, sobrevive una pequeña población de león asiático, cifrada en unos pocos centenares de ejemplares.
Emiten un rugido muy potente capaz de escucharse a más de 8 km de distancia. Con su poderoso rugido, el león avisa a los intrusos que se encuentran dentro de su territorio, o le sirve para comunicarse con los otros miembros de su clan.
Como símbolo, el rey de los animales no tiene parangón. En los últimos tiempos se ha intentado investigar debajo de los ropajes simbólicos del emperador. Los leones que viven en África han sido objeto de numerosos estudios durante más de un cuarto de siglo. Las observaciones sobre su comportamiento y ecología realizadas por los científicos han aclarado muchos mitos y han ampliado nuestro conocimiento acerca de la organización social del león, y del verdadero lugar que ocupa dentro de su reino.
Los estudios sobre leones realizados en su medio ambiente natural, han llevado a las leonas al primer plano de la atención. Las hembras son la base de la sociedad de los leones: ellas cazan, crían a los cachorros y poseen y defienden el territorio. Son capaces de sobrevivir solas, pero alcanzan su pleno desarrollo en el seno de un grupo familiar. Como animal dedicado a la comunidad, la leona tiene pocos rivales.
Posiblemente el mejor conocido de todos los grandes felinos, el león es conocido por su costumbre de vivir en grupos. En comparación con el resto de felinos, la sociabilidad es, sin ningún género de dudas, el aspecto más apasionante de la vida del león.
Los leones viven en grupos compuestos por un número de individuos que varía entre 3 y 30. Ello depende de la disponibilidad de presas y territorios. El núcleo del grupo lo forman unas cuantas hembras emparentadas y sus cachorros. Las hembras nacidas en el seno del grupo suelen pasar a formar parte de él, mientras que los machos lo abandonan cuando alcanzan la madurez. Suele haber entre uno y siete machos asociados a un grupo de hembras. La permanencia de un macho en un grupo puede ser de tan sólo unos cuantos meses o hasta de seis años, aunque finalmente los machos son arrojados del grupo por otros machos llegados de fuera.
En ocasiones algunos machos adultos abandonan el grupo familiar al que han pertenecido durante dos años, para buscar hembras receptivas en un grupo nuevo. Incluso cuando han sido abandonadas, las hembras no aceptan a cualquier macho. Hay veces en que pueden aparearse con diferentes grupos de machos antes de establecerse con uno de ellos. Son los grupos de machos más numerosos los que tienen más probabilidades de conseguirlo. Si alguna de las hembras está criando, suele mantenerse alejada de cualquier macho que no le resulte familiar, dividiendo así la manada, la cual puede tardar meses o años en reunificarse bajo el dominio de un determinado grupo de machos. La llegada de nuevos machos es un acontecimiento casi siempre traumático para la manada. Los machos nuevos persiguen y matan a los cachorros, a los subadultos e incluso a las hembras adultas si éstas no se aparean con ellos.
Habiendo perdido a las crías, las madres acostumbran a estar listas para el apareamiento en poco tiempo, y ésta es la razón de los infanticidios: asegurar que todos los individuos nacidos posteriormente desciendan de los nuevos machos.
El cortejo y el apareamiento entre las hembras del grupo y los machos recién llegados pueden ser prolongados. Durante meses, las hembras entran en celo sin quedar embarazadas. Esto no sólo permite a las hembras tener tiempo para ir conociendo a los diferentes machos por medio de diversos intentos de reproducirse con ellos, sino que también proporciona a los machos la posibilidad de escoger. Finalmente, tras unos seis meses de cópulas periódicas, nacen los cachorros.
El león no tiene una época específica de reproducción. Las hembras de un mismo grupo suelen entrar en estro al mismo tiempo, y sincronizar el momento de dar a luz. Tras una gestación de 110 días, nacen entre una y cuatro crías, con un peso aproximado de 1,5 kg cada una. Los cachorros pueden mamar de cualquiera de las hembras del grupo. Los jóvenes permanecen junto a sus madres durante dos años.
Los cachorros que nacen formando parte de estas camadas «sincronizadas» o «comunitarias» gozan de ciertas ventajas. En primer lugar, tienen mayores posibilidades de supervivencia, puesto que son amamantados y defendidos por más de una «madre», y, en segundo lugar, es muy probable que sus padres, de nuevo a cargo de todo el grupo, se hallen cerca mientras crecen. En este periodo, los machos adultos protegen en lugar de perseguir. Las camadas comunitarias tienen también un efecto ventajoso a largo plazo, porque aumentan las probabilidades de que tanto los machos como las hembras tengan hermanos de su mismo sexo que les ayuden a sobrevivir y establecerse en el momento de independizarse del grupo natal. Sin ninguna duda, la vida en grupo ofrece ventajas a los leones en todos los aspectos.
Pero incluso así, los machos llevan una vida difícil. Raramente viven más de 12 años en la naturaleza, mientras que las hembras alcanzan en ocasiones los 16 o más. Incluso las hembras más viejas que han perdido la mayor parte de los dientes, son esperadas por el resto de la manada, que comparte con ellas la comida mientras puedan mantenerse en pie. En cambio, cuando los machos envejecen, son expulsados del grupo por otros machos más jóvenes y fuertes. Estos machos exiliados son capaces de robar comida a la mayoría de depredadores, pero si intentan cazar, tienen muy poco éxito y a menudo resultan coceados y corneados por sus posibles presas. Cuando a los machos se les caen los dientes, disminuye su salud o pierden a sus compañeros de correrías, no tardan en morir.
Los leones no son solamente los felinos más sociables, sino también uno de los mayores y más fuertes. Su reputación es la de ser cazadores extraordinarios, aunque los estudios más recientes demuestran que sus éxitos son moderados, quizá uno de cada cinco intentos. Los leones son depredadores bastante polifacéticos, son capaces de capturar animales tan pequeños como una liebre, y tan grandes como un macho de jirafa, pero se han especializado en presas de tamaño mediano-grande, como cebras y ñues, e incluso aprovechan las carroñas tanto como les es posible. Los machos son especialmente proclives a obtener así su alimento, pues no destacan especialmente como cazadores. En general confían en su gran tamaño y su conducta intimidatoria para robar las presas obtenidas por las leonas u otros carnívoros más pequeños, como leopardos y guepardos. No obstante, los grupos de chacales y hienas son capaces de arrebatarle la presa a un león solitario.
Los leones se arriesgan a recibir una herida mortal a pies de las cebras cada vez que intentan cazar uno de estos équidos rayados. Aun así, las cebras son básicas en la dieta de los leones que habitan las sabanas del África oriental.
Pueden llegar a devorar hasta 35 kg de comida en una sola vez. Cada león necesita, por término medio, unos 5 kg. de carne diarios para sobrevivir, es decir, unas 30 presas de tamaño medio al año. Si las presas fuesen escasas y todas de la misma especie, los leones podrían hacer disminuir su población. Pero, en general, son cazadores eclécticos y oportunistas, que comen cualquier presa que puedan capturar o robar. Si una presa escasea, cambian a otra.
Los leones y leonas sobreviven gracias a su capacidad de formar agrupaciones y manadas. Pero en el mismo momento en que se captura una presa, se hace evidente la existencia de una jerarquía basada en la edad y el tamaño. Los machos comen en primer lugar, seguidos de las hembras y, por último, las crías. Los individuos más jóvenes son los últimos en comer y, por ello, algunos cachorros pueden morir de hambre cuando las presas escasean.
La pradera y la sabana constituyen los dominios del león, pero son también el hogar de muchos otros animales que allí pastan y ramonean, así como de otros depredadores: hienas, leopardos, guepardos, licaones, chacales y otros felinos de menor tamaño. Estos depredadores capturan principalmente animales de talla pequeña o mediana, pero la competencia es intensa, especialmente en las épocas o años en que la densidad de presa es baja. Muy pocos depredadores se pueden permitir especializarse por completo en un tipo determinado de presas, y, dado que por el contrario consumen una gran variedad de especies, acaban entrando en conflicto. La solución a esta competencia ha dado como resultado diferencias de tamaño y costumbres entre los diversos depredadores (por ejemplo, cazar a diferentes horas del día, cortos periodos de descanso en la madriguera, nomadismo o seguimiento de las presas).
Durante el tiempo que media entre dos excursiones de caza o de recogida de carroñas, los leones ahorran energía descansando. En libertad suelen descansar alrededor de 19 de las 24 horas del día, aunque también deben trabajar, y esto lo hacen principalmente de noche. En efecto, la mayor parte de las cacerías y de las conductas sociales, tienen lugar entre el crepúsculo y el amanecer.
La visión de un montón de leones cubiertos de sangre, gruñendo y empujándose alrededor de un cadáver puede recordar la imagen de los grandes señores medievales, carentes de modales y autorizados a tomar cuanto deseasen. Pero los leones cuentan con enemigos que hacen peligrar su rango. Todavía se los caza por deporte, como trofeo o con la excusa de proteger al ganado.
Elefantes, búfalos y rinocerontes son capaces de ahuyentar, y hasta de matar, a los leones, al igual que pueden hacerlo también algunos grupos de hienas. Leopardos, licaones, chacales, incendios e inundaciones, son algunos de los peligros que amenazan a los cachorros. Los parásitos y las enfermedades se cobran también su tributo; en una ocasión, una plaga de moscas del género Stomoxys diezmó la población de leones del cráter de Ngorongoro. Las garrapatas y los gusanos intestinales pueden constituir pesadas cargas que debilitan a los leones e incluso algunas presas pueden robárselas ejércitos de hormigas guerreras.
El león podría perder su título de rey de los animales en favor de un concepto más democrático y etológico del reino animal. Aun así, seguirá siendo uno de los animales más populares, buscado, fotografiado y estudiado.
Actualmente se la considera una especie «vulnerable» y, en su ámbito de distribución africano, a lo largo de las dos últimas décadas ha sufrido un declive de las poblaciones, posiblemente irreversible, de entre un 30 y un 50%. Las poblaciones no son viables fuera de las reservas delimitadas y los parques nacionales.